• La recategorización sobre el Estado de Conservación de esta especie permitirá proteger las cerca de 10 mil hectáreas que quedan en la Zona Central del país al prohibirse definitivamente su tala, y con ello también se ayudará a la descontaminación atmosférica.

Cada 28 de junio conmemoramos el Día Mundial del Árbol para recordar su aporte e importancia para el equilibrio del planeta. Los árboles brindan muchísimos beneficios y servicios ecosistémicos por lo que es fundamental su protección, especialmente aquéllas especies que por su grado de vulnerabilidad puede verse afectada su regeneración y existencia, como lo es el Roble de Santiago.

El pasado mes de mayo, el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad aprobó el 16º Proceso de Clasificación de Especies Silvestres, actualizando de esta forma la clasificación de especies de animales, vegetales, hongos y líquenes del país según su Estado de Conservación.

Entre las especies recategorizadas figura el Roble de Santiago o Roble Blanco (Nothofagus macrocarpa), especie endémica de Chile y única del género nothofagus que logro sobrevivir en la Zona Central de Chile después de la última glaciación, hace unos 10 mil años. Hoy su población se encuentra reducida a pocos ejemplares ubicados principalmente entre la Región Metropolitana y la Región de O’Higgins en las áreas protegidas como Cerro el Roble, Altos de Cantillana, San Juan de Piche y la Reserva Loncha.

Valoramos profundamente que el consejo de Ministros le haya dado la Categoría de Conservación de Vulnerable al Roble de Santiago, ya que con ello a nivel nacional se prohíbe definitivamente su tala y permitirá la aplicación de normativas de protección en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) y la Ley de Bosque Nativo”, expresó el Seremi del Medio Ambiente RM, Diego Riveaux.

Quien agregó que “con esta nueva clasificación se podrá incluir al Roble de Santiago en los planes y programas de conservación que impulsamos en conjunto con CONAF, como los Planes de Recuperación, Conservación y Gestión de Especies (RECOGE), enfocados en la generación de medidas para la protección de la biodiversidad, y que actualmente estamos desarrollando para el Gruñidor en la RM”.

Finalmente, la autoridad ambiental expresó “a los árboles comúnmente se les llama pulmones verdes por su aporte a capturar y absorber dióxido de carbono (CO2), el principal Gas de Efecto Invernadero (GEI) y uno de los responsables del Cambio Climático, y por ello resulta muy destacable que podamos hoy proteger con mayores herramientas a especies como el Roble de Santiago, porque con ello además contribuimos a la Calidad del Aire de la RM”.

Cabe destacar que los árboles son reguladores del Clima y del Ciclo Hidrológico, ya que captan agua, humedad ambiental y favorecen la infiltración de aguas lluvia, contribuyendo a evitar inundaciones y mantener suelos sanos, nutridos y fértiles, favoreciendo así a la agricultura.

El Roble de Santiago

El Roble de Santiago (Nothofagus macrocarpa) es una especie endémica – es decir, que no habita en ningún otro lugar- de algunos sectores altos, aislados y con un microclima húmedo y frío de la Región Metropolitana, de Valparaíso y de O’Higgins. Entre las diferentes amenazas que enfrenta este árbol está el cambio climático, la prolongada sequía y las actividades humanas como la tala y conversión de la tierra, las que entre otras cosas, han estresado los bosques relictos y afectado su capacidad de regeneración.

Al Roble de Santiago se le puede encontrar en las cumbres de los cerros –entre la Cordillera de la Costa y Los Andes- en zonas aisladas y en las que el microclima permite su supervivencia. Específicamente lo podemos ver en el Santuario de la Naturaleza Cerro El Roble, el Parque Nacional La Campana, el Santuario de la Naturaleza San Juan de Piche, la Reserva Natural Altos de Cantillana, el Santuario de la Naturaleza Alto Huemul y la Reserva Nacional Roblería del Cobre de Loncha. También en las altas cumbres de Chicauma, Lipangue, Curacaví y Colliguay.

En estos ecosistemas resalta durante gran parte del año con un follaje frondoso y de color verde claro, el cual puede llegar a adornar hasta los 30 metros de altura que puede alcanzar la especie y 2 metros de diámetro. En otoño destacan sus hojas color rojizo, lo que ofrece un hermoso paisaje de estos parajes.

Cuando el árbol está en estado juvenil su corteza es lisa y de color gris, mientras que cuando es adulto es gruesa, rugosa y oscura. También sus hojas, de entre 4 a 9 cm, pueden ser ovaladas o elípticas, puntiagudas, con una base asimétrica. Además, produce flores y frutos, los cuales son unas nueces que más adelante producen semillas para nuevos árboles, las que lamentablemente en los últimos años han sido escasas debido al estrés que estos bosques han sido sometidos por la sequía y acciones antrópicas.